Partía esta narradora de La Rioja, hacia Villa Unión, población recostada sobre la Cordillera, a algo más de cuatro horas de micro... pero mi esperado vehículo, llegó a la terminal con una hora de retraso, por lo que mi conexión a Villa Unión, se veía en inminente peligro.
Como siempre, un ángel, vino a salvarme, esta vez era una niña riojana, llamada Yanina, unos años más chica que yo... una piba!!
Ella hacía la misma conexión, así que no estaría sola en la tarea de resolver qué hacía si perdía "el Fernández".
Hice la pregunta de rigor al subir al atrasadísimo vehículo...
- llego para mi conexión en Villa Unión??
- toma el Fernández, madre??
- si
- ah, no, no llegamos...
- y entonces, que´hago??
- ...
Yanina, hizo la misma pregunta y dieron la misma respuesta.
- ...
- capaz que llegamos - me aclaró tranquilizándome.
A mitad de camino, me hizo una seña como que llegaríamos, porque el chofer iba rápido, así que respiré. Minutos más tarde en parada técnica, cambiamos el chofer, así que al reanudar la marcha y pasar frente a la entrada del Parque Nacional Talampaya, miré a mi ángel de la guarda, que en seña desesperada, me indicó que este iba más despacio y no llegaríamos.
Otra vez la zozobra...
A las 18.00 horas partía el "Fernández": 17.56hs, pasamos el cartel que decía, "Villa Unión, 2 km".
El que manejaba rápido, pero nos había abandonado a nuestra suerte, se paró y dijo:
- quién toma el Fernández??
- Nosotras!! - gritamos Yanina y yo.
- Las bajamos acá en la ruta, madrecitas, porque a la terminal no llegan, en cambio, acá lo agrarrán...
Así que ahí quedamos en la ruta, a la entrada de Villa Unión, sentaditas con todos los bartulos, frente a la escultura del Peón Viñador... y recordé la historia que Paola, de La Rioja, me había contada (va al final).
A los cinco minutos, apareció "la nave", el "Fernández"; en ese momento Yanina me avisó que ella se bajaba en Guandacol, última población antes de salir de La Rioja.
Me recomendó, al seguir viaje, ver las luces sobre la montaña, que pertenecían a la mina de Gualcamayo, (ya en suelo sanjuanino), que como tantas otras en el país, daba trabajo a la población local, a cambio... de sus vidas.
Los gobiernos de La Rioja y San Juan, al igual que la mayoría tienen una fuerte política minera, que destruye montañas enteras a cambio de oro u otros minerales que por supuesto, dejan "esmirriadas" regalías, que suelen diluirse en supuestos regalos a la población, como instalaciones de radios comunitarias, y talleres para los chicos, para que hagan radio...
Después de ver las luces, llegó la noche cerrada, y el Fernández, comenzó a serpentear la cuesta, trepando la quebrada, después de haber pasado el valle de Huaco...
Vallecito de Huaco donde nací
sombra del fuerte abuelo que ya se fue
a tu molino viejo quiero volver
hoy que de amarga vida probé la hiel
Buenaventura Luna - Vallecito
y ese fue el momento en que recordé a Indiana Jones... más allá de las cerradas curvas y contracurvas de ese pedazo de la ruta 40, llegó un tramo de unos cincuenta metros, donde el lado derecho del Fernández (donde estaba Fernandita...) daba al precipicio absoluto!! sin dejarme ver ni cinco centímetros del camino, sino sólo una pequeña población con sus lucesitas encendidas, allá... millones de kilometros, abajo; mientras, el lado izquierdo del Fernández, rozaba peligrosamente el costado de la pared de piedra, que parecía cortada a pico y pala..., juro que recé y pensé que sería una fea muerte.
Finalmente, llegué a San José de Jachal y ahí estaban José Casas y José Luis Castillo, con dos hermosas sonrisas sanjuaninas, esperándome...
No hay comentarios:
Publicar un comentario