domingo, 18 de mayo de 2008

Noche de cuentos en el Museo Histórico de Paso de los Libres.


Caminandocuentos fue recibido en Paso de los Libres en el marco del "Encuentro con la palabra 2008", que organiza la Dirección de Cultura y la Universidad de la Cuenca del Plata.
Mirta Bertone, Directora de Cultura, y Ramón Alfredo Blanco, Organizador y Coordinador del encuentro, fueron los esmerados anfitriones.
Llegué a esta ciudad inspirada por mi amigo Sebastián Saavedra, libreño de nacimiento y corazón, quién me puso en las manos de Constanza para lograr el objetivo.
Antes que los cuentos de Caminandocuentos rodaran, otro "contador", Ruben Loetti, escritor y libreño, pero nacido en Yapeyú, ya estaba regalando los suyos...

La palabra voló libre, como deber ser y como quiere ser...

"LOS VIERNES SANTOS EN YAPEYÚ" (Luis Ruben Loetti)

Yo he vivido muchos Viernes Santos en mi vida. Los viernes santos de mi niñez y los viernes santos últimos. Los viernes santos de antes, tenían algo que me cuesta explicar. No eran alegres y divertidos, pero tampoco eran tristes. Era como que las familias dejaban de lado todo y se dedicaban a pasar el día un poco más juntos.

Por otra parte, el día mismo invitaba al recogimiento y a la oración, porque era un día muy silencioso.

Yo me acuerdo que la abuelita Matilde, dejaba todo preparado el día anterios, o sea el Jueves santo, porque al otro día, Viernes santo, no había ninguna clase de actividad.

Qué dejaba preparado la abuelita?

Dejaba preparado lo que íbamos a comer durante el día entero. Las empanadas de vigilia, los pastelitos de dulce de membrillo o batata, el garbanzo con bacalao, que siempre fue muy caro, pero nunca faltaba en estas celebraciones. La mazamorra, el quibébe y las empanadas de choclo y atún.

También me acuerdo, que hasta el patio amanecía limpio, porque ese día, no se podía barrer. Tampoco se podía gritar o silbar, según la abuelita, te podía contestar el Diablo, y estaba totalmente prohibido correr o portarse mal.

No se andaba a caballo, no se ataba los animales, no se ordeñaba y los fogones permanecían apagados.

Tampoco se podía subir a los árboles, porque ante una caída, era fácil quebrarse, y se "prendía" la radio, sólo para escuchar música sacra. Las mujeres de cabellos largos, tenían que llevarlo suelto.

Eran unos viernes santos muy distintos a los de ahora. Ni más feos, ni más lindos. Simplemente distintos. Qué no daría por volver a vivirlos!...

Salir con toda la familia por esos campos verdes, meternos en los montes y juntar marcelita.

Ver a la abuelita Matilde, desatarse el rodete y dejar que su cabellera le llegue a la cintura. Pedirle la bendición a la mañana y acompañarla a la iglesia, con su mantilla negra cubriéndole sus blancas canas...

GRACIAS RAMÓN, por tu pasión, tu saber y tu fuego literario con el que muy pronto harás parir esas mujeres contadas... ! ! !

3 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLAAAAAAA... DESDE CONCORDIA TODA LA FUERZA Y TODA LA MERDE PARA VOS MARIA...!!! TE SEGUIMOS DESDE ACA Y EN UNOS DIAS TE MANDAMOS UNOS CUANTOS CUENTOS... BESOTES Y ABRAZOTES...
GABI, ANDRES, LUNA Y ADA

Anónimo dijo...

Sustenta mis pasos en tus caminos,
para que mis pies no resbalen. (salmo 17:5).
¡Continúa caminando María!

Silvia desde Salta.

Anónimo dijo...

Recuerdo esos viernes santo en Ciudadela, aunque mi familia no era tan estricta en el cumplimiento de todos los preceptos como en el caso de Ramón. Conozco las comidas de las que habla, menos el "quibebe". Me sembró la curiosidad... ¿Qué es?
Saludos desde Buenos Aires.
Mónica